Manu Ginóbili en el Salón de la Fama: el detrás de escena de un fin de semana para atesorar

09-11-2022
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Springfield, Massachusetts (enviado especial). Por un segundo es importante detenerse en una de las tantas reflexiones acertadas de Manu Ginóbili, el hombre que hizo posible que un grupo de personas de Argentina se haya encontrado en estos días en un lugar que está lejos de ser de los más conocidos en Estados Unidos. Manu señaló que si para alguien de su país ya era irreal en pensar en llegar a la NBA cuando él era un chico, qué decir de acercarse al Olimpo de las estrellas. 

¿Un argentino ingresando en el lugar reservado para las leyendas absolutas de este deporte? Sí, hace 20 años, cualquiera hubiera dicho que era una locura. Pero bueno, hay un detalle que permite magnificar la locura: el escenario del Symphony Hall, un hermoso teatro con una planta superior de asientos que permite mirar desde más cerca unas hermosas arañas de iluminación, tiene dos espacios en sus costados con 18 imágenes que hacen referencia a los homenajeados de la Clase 2022: 17 son logos de equipos. ¿El restante? Una bandera. ¿Cuál? Sí, la celeste y blanca de Argentina. Impactante por donde se lo mire. 

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Manu Ginóbili es el principal responsable de esta locura que, por supuesto, es para celebrar su maravillosa e irrepetible carrera. Sin embargo, estos días entre Uncasville y Springfield dejaron una certeza. La celebración fue por y gracias a Manu, pero debe extenderse a todo el deporte argentino. 

Bienvenidos al Disney del básquet...

Cuando hablamos de celebración hay que entenderlo en el sentido más literal de la palabra. El fin de semana del Salón de la Fama es, para el amante del básquet, como estar en Disney para un niño (bueno, también para alguien no tan niño). No sólo por presenciar un evento en donde se festeja a verdaderas leyendas, sino porque en todo momento hay una leyenda a escasos metros, distendida, relajada, entendiendo el contexto y generando un clima por demás agradable. 

El fin de semana respira intimidad. Primero, en el Mohegan Sun, ese monstruoso hotel en Connecticut donde se llevó a cabo la conferencia de prensa de los homenajeados. Ahí fue el inicio, el momento en donde empezaron a llegar todos. Y ahí es donde se empieza a captar una necesidad: tener los sentidos abiertos al 200%.

Si te distraés, te podés perder a Dikembe Mutombo o Bill Walton paseando sus largos cuerpos hasta alguno de los salones. O se te escapa una charla entre risas entre Tim Hardaway, Bruce Bowen y Nick Van Exel. O no podés confirmar que Charles Barkley es uno de los principales imanes de los aficionados y curiosos que dan una vuelta por la zona (cómo no hacerlo con el casino a metros, listo para tentar a cualquier con jugarse algunas fichitas). O quizás se te escapa un detalle de Walt Frazier: la remera que tiene puesta tiene el escudo de las Chivas de Guadalajara, un crossover que nadie hubiese imaginado ni en el Multiverso de Marvel. Y como si fuera poco, esas caminatas por el lobby tienen en el costado un detalle que suma al contexto: el steakhouse de Michael Jordan

Un día después, ya en Springfield, cambia la escena pero no la sensación. Y de repente te podés encontrar comiendo un sandwich o tomando un café con Reggie Miller en la mesa de enfrente, con Mutombo dos metros más atrás (y sí, quizás parece más alto que la primera vez), o con Ettore Messina conversando con James Borrego en unos sillones. Y si te tomás un momento para dar una vuelta para conocer otro hotel imponente (con otro casino), de golpe pasa David Robinson. Quizás decís que es hora de pegar la vuelta, descansar y recargar energía para la gran ceremonia, y en la salida aparecen Tim Duncan, Gregg Popovich y RC Buford bajando de una camioneta para instalarse en el lugar. Vaya suerte... 

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Pero bueno, todo muy lindo con los impactos internacionales, pero la excusa aquí es Manu, Manu es argentino, y Argentina está muy bien representada en este fin de semana. Se puede empezar con el epicentro de Springfield: el Naismith Memorial Basketball Hall of Fame

Si se dijo que el fin de semana era como estar en Disney para el amante del básquet, llegar al museo en sí es como detenerse frente al castillo en Magic Kingdom. Hay remeras, calzados y recuerdos por todos los rincones. Hay objetos que son verdaderamente reliquias, como los primeros cestos de madera instalados en la espectacular cancha que cualquier visitante puede pisar y usar para tirar un rato (como este sábado lo hizo Tim Hardaway Jr.). Hay espacios que te dejan al borde de las lágrimas, como ese rincón que celebra a Kobe Bryant. Ahora bien, este fin de semana te puede dejar la suerte de hacer el recorrido con Julio Lamas y Huevo Sánchez, dos de los invitados de Manu. Ahí no son entrenadores. Ahí son amantes del básquet que se sorprenden como cualquiera. Y ver esa sorpresa y admiración por todos los recuerdos es un detalle para guardar.  

De repente avanzó la tarde y es hora de la gran cita. Todos de traje y vestidos para la ocasión, con la alfombra roja como primera gran atracción. Y ahí vuelven a desfilar algunos de los que ya se han podido ver a lo largo del fin de semana, o aparecen más caras legendarias: Rudy Tomjanovic, Gary Payton, Chris Mullin, Alonzo Mourning y la lista sigue. Pero bueno, Argentina... Y de uno de los micros que no paran de traer invitados llega la parte de la banda dorada que fue invitada por Manu. 

¿Realmente nos damos cuenta que Luis Scola, Andrés Nocioni, Pepe Sánchez, Fabricio Oberto y Gabriel Fernández están entrando al Symphony Hall de esa manera? Parece una película. Pero lo mejor es que ellos no hacen más que ser ellos mismos. Y sonríen, disfrutan, bromean, cruzan miradas cómplices con algunas caras conocidas entre los colegas que bordean la alfombra... Son puro carisma, son eso que han cultivado durante todos estos años en donde hicieron de su grupo de amigos un mito que todos los de afuera admiran.  

Y como si hubiera hecho falta algo para coronar el fin de semana, Manu fue el encargado de cerrar la ceremonia. Ingresó bajo la mayor de las ovaciones, en parte por el grupo de aficionados de los Spurs con camisetas con su número 20 que accedió al evento, y se fue bajo otra ovación enorme después de un discurso fantástico.

La emoción y unas lágrimas para agradecerle a Gregg Popovich, la simpleza para hacerlo con un Duncan que lo definió como un "genio caótico" en un video previo, las risas y las bromas para hacerlo con Tony Parker, la lógica de equipo para tomarse sus segundos con las piezas "menores" que hicieron al todo, y para los que trabajan y trabajaron en los Spurs en todos los niveles. Y el cierre especial de lo deportivo para con sus amigos dorados. 

Manu metió a todos en una montaña rusa de sensaciones, con palabras medidas, cuidadas, sentidas y honestas. Y con un momento final para lo familiar que quebró a todos. Las palabras en español, entre lágrimas, para sus hermanos Sepo y Leandro, motores de su inspiración; las lágrimas desde lo más profundo de su corazón para papá Yuyo; el agradecimiento especial para mamá Raquel; y el cierre para su mayor tesoro, Many, Dante, Nicola y Luca... La perfección no existe, pero Ginóbili le pasó muy cerca con esos minutos hablando con el alma. 

La vida, muchas veces, se trata de momentos. Momentos que, en la vorágine de lo cotidiano, probablemente sean difíciles de apreciar. Pero este fin de semana del Salón de la Fama te obliga a romper esos moldes. Lo que pasó en Springfield fue historia pura y de la buena que hay que atesorar para toda la eternidad. Esa eternidad que a partir de ahora tiene a Manu como una leyenda inmortal.