Lionel Messi no solo es la carta más importante de la Selección Argentina. Es el mejor jugador del mundo y, para muchos, el mejor de la historia. Por eso cualquier problema físico que pueda sufrir detiene los corazones no solo de los fanáticos de la Albiceleste sino de los millones de aficionados al fútbol que lo aman. Todos ellos sufrieron este domingo 14 de julio en la final de la Copa América 2024 por la lesión del número 10.
No fue nada fácil el partido para Messi en lo físico. A los 35 minutos, tras una pared con Alexis MacAllister en la puerta del área, Messi eludió a la defensa y se escapó por la izquierda del área colombiana. Aunque en el intento de controlar el balón el mismo se le fue un poquito largo y la pelota se le terminó yendo por línea de fondo.
Allí, al intentar centrar, terminó cayéndose y Santiago Arias, su marcador, pareció caerle encima del tobillo derecho en su afán por defender su propia portería.
Messi quedó sentido y debió ser atendido por los médicos. Luego volvió a entrar, se paró en la mitad de la cancha cerca del banco, pidió la pelota y probó. Y aunque continuó, se lo notó no solo disminuido, sino tomándose también el tobillo. Por eso Messi esperó al final del primer tiempo para ser revisado y descansar en la mitad del encuentro y retornar a la segunda mitad para el alivio de millones de fans... Pero por no mucho tiempo.
Porque a los 20 minutos del segundo tiempo, en la mitad del campo y corriendo para defender, tuvo una molestia ajena a aquella primera dolencia en el tobillo: un problema muscular (presumiblemente un desgarro) que lo hizo caer en el césped y lo obligó a pedir el cambio. En su lugar ingresó Nicolás González. Ya en el banco de suplentes, Messi comenzó a llorar de forma desconsolada.
Conmovedor sentimiento amateur de un deportista que ya lo ganó absolutamente todo y que, al final, volvió a emocionarse pero por la alegría de ser campeón de América una vez más.