Lionel Messi, Deportista del Año 2022 para The Sporting News

01-06-2023
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(Ilustración SN / Dylan Drake)

¿Sabés lo que debe ser vivir como Lionel Messi por un día? ¿Ser Messi durante 24 horas? Quizás el acto reflejo de la mayoría va por el mismo lado: fama, éxito, dinero ilimitado, lujos... Cualquiera puede pensar que ese combo te garantiza que ese día será inolvidable. Ahora bien, pensalo de nuevo... ¿Ser Messi? 

Tratemos de razonar juntos, pero creéme que nos va a costar. ¿Sabés lo que es soñar con ser futbolista? Seguro que sí. Al cabo, quién no crece en Argentina pateando una pelota. Ahora, ¿sabés lo que es empezar a soñar de verdad y que tu cuerpo te empiece a poner trabas? Quizás no es tan común. ¿Sabés lo que es que te empiecen a cerrar puertas que llenan de piedras tu sueño? ¿Sabés lo que es necesitar un tratamiento médico y que costearlo sea casi imposible? ¿Sabés lo que debe ser sonreír ante la posibilidad de hacer ese tratamiento, pero con un precio muy alto y que no pasa por el dinero? 

Messi pasó de soñar como un nene más al desarraigo. Pasó de crecer queriendo algo y pensarlo en edad de inocencia e inconsciencia, a tener que dejar todo atrás para conseguirlo. Su casa, su familia, sus amigos, el potrero, la tierra que es barro en días de lluvia... Lo normal para un chico de este país, eso que los padres que llevamos poco tiempo en el rubro tuvimos y disfrutamos y que, al mismo tiempo, pensamos que nuestros hijos quizás se perderán por la lógica (y cruel, en este caso) evolución de la vida, en la que una pantalla mata al campito

(Getty Images)

Va costando, ¿no? Bueno, sabemos que Messi navegó esas aguas. Y así y todo, recién empezaba la historia. ¿Sabés lo que debe ser hacer bien lo tuyo siendo de un país tan hermoso y complicado como el nuestro? O sea, ¿sabés por lo que debe pasar una promesa futbolística en Argentina? Y no, eso es para pocos. ¿Pero sabés lo que debe ser el hecho de no sólo ser una promesa, sino que te vean como "el próximo Maradona"? Bueno, acá se empieza a complicar el ejercicio. Porque Maradona hay uno solo, en la cancha y afuera. Y Maradona es mucho más que un futbolista extraordinario. Es un mito, una leyenda, un ícono que marcó a fuego a un país. Es lo más cercano a una figura intocable para los de acá, con lo difícil que es ponerse de acuerdo en este suelo. 

Poco a poco, el chico que se fue al otro lado del mundo y dejó una vida atrás empezó a crecer y se fue convirtiendo en Messi. Transformó lo extraordinario en rutinario, lo imposible en cotidiano. Messi ganó. Una, y otra, y otra vez. Ganó hasta el hartazgo quizás. Metió goles. Muchos goles. Rompió todo tipo de récords, tanto que todo libro de historia hoy tiene su nombre en la cima en casi todo. Pero claro, Messi lo hizo en Barcelona. Y no lo hacía en Argentina. Y en este país, complicado como pocos, eso es casi como un delito. 

Es que los argentinos cargamos sobre las espaldas de los deportistas, pero sobre todo de los futbolistas, nuestras mayores ilusiones y les exigimos como a nadie. Los argentinos somos, en su mayoría, sufridos. Navegamos casi en un loop en crisis económicas y políticas que nos agrietan por completo, que nos dividen, que nos llenan de desconfianza. Pero esa pelota y ese deporte pueden ser un bálsamo. Quizás te cuesta llegar a fin de mes y la inflación te pega un cachetazo atrás de otro. Pero llega el fin de semana, gana tu equipo y se te olvida todo, al menos por un rato. Como si tu cuerpo se transportara hacia otro lado. No existe un multiverso, pero sepan que el fútbol acá en Argentina es más que fútbol. Y no hay razón para explicar la pasión. 

Pero volvamos a Messi. Resulta que no ganó en Argentina. Y no importa si se convirtió en el mejor de la historia para muchos. "Acá no lo hizo y punto". Tampoco importa cuánto ni cómo lo intentó, eh. No lo hizo acá y no hay otra opción que se acepte. ¿Sabés lo que es ser el mejor de todos en algo? No, eso es para los iluminados. Bueno, ¿sabés lo que es ser el mejor en algo tan trascendental como el fútbol en un lugar como Argentina, y al mismo tiempo ser cuestionado por ese lugar? 

Acá nace, quizás, el mayor legado de Lionel Andrés Messi. Porque Messi nos dio a los argentinos una enseñanza para la historia, probablemente sin quererlo. Es que Messi, ese chiquito rosarino repleto de sueños de potrero, solo quería jugar a la pelota y ser campeón del mundo. Hoy lo es, pero la película que termina con ese beso a la copa más hermosa de todas en Qatar tuvo un camino en donde recibió el peor de los golpes: la condena de su tierra. 

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Getty Images

Los argentinos le dimos a Messi un montón de motivos para que dejara de creer, no solo en nosotros, sino en su sueño. Para que dejara de intentarlo. Casi que se la hicimos fácil para que nos soltara la mano. Se tentó eh, porque amagó con un adiós que a aquellos que lo adoramos todavía nos agrieta el corazón. Pero no. Messi aguantó. Lo hizo por él, porque nunca dejó de ser ese nene soñador. Pero, incluso cuando no debía, sabía que tenía que hacerlo por más gente, por los 45 millones. Lo sabía pese al desprecio con el que por momentos lo trataron. 

¿Sabés qué? Gracias, Leo. Porque no tuviste rencor, porque lo más fácil era refugiarte en todo lo que tenías y alejarte de nosotros. Pero nos enseñaste que no importa cuánto te peguen, cuánto te castiguen y cuán profundo sea el dolor generado cuando se persiguen los sueños. Y claro, también nos enseñaste a levantarnos, a que nunca hay que dejar de intentarlo. Por más que el tiempo pase, que las piernas pesen, que la presión retumbe... Nos enseñaste que los sueños no son sueños cuando se trabaja por ellos, porque el esfuerzo es lo que motoriza realidades. Nos enseñaste que la humildad puede (y debe) ser bandera en todo momento. 

Pero claro, su legado no sólo será esa enseñanza. Ni tampoco lo será esa bendita, esperada y añorada tercera estrella. Que quede claro, ganar el Mundial es único y nadie le baja el precio. Pero, ¿sabés qué? Messi hizo feliz a la gente. A los "extraños", porque a lo largo de estas semanas, meses y hasta años hemos visto cuánto querían que ganara esta copa aquellos que no nacieron acá. Pero sobre todo Messi hizo feliz a su gente. Sí, no sólo a los que nunca le soltaron la mano, sino también a aquellos que lo cuestionaron. Y creéme que esa felicidad es impagable. 

En el país de la grieta, Messi nos unió como nadie lo hizo en vaya a saber uno cuánto tiempo. Messi y toda la Selección Argentina, ese hermoso grupo que se formó y se motorizó... Por y para Messi, porque todos confesaron que querían ganar la copa más por él que por ellos mismos. Messi nos hizo las personas más felices del mundo. Y sí, puede sonar a arrogante, pero ¿vieron lo que fueron los festejos, el día del título y en la llegada del equipo al país? Sepan que eso fue Argentina en estado puro. Y no, no se confundan en el discurso barato y simplista del caos y la desorganización. Eso no es Argentina. 

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La locura que desató Messi: millones de hinchas en las calles y los jugadores obligados a terminar su desfile en helicópteros.

Argentina es eso que vimos y vivimos el 18 de diciembre y, sobre todo, el 20 de diciembre de 2022, el día de la manifestación popular más grande de nuestra historia. Argentina es la felicidad espontánea y genuina de su pueblo. Es el juntarse, con los conocidos y los extraños, a celebrar una alegría en común. O simplemente juntarse. Es el abrazarte con un amigo o con el que veas pasar. Es ese "que no se caiga" en medio de una autopista hecha peatonal. Es el canto de 45 millones que se unen para decir gracias. A muchos, pero sobre todo a Messi. Porque Messi, con una zurda y una camiseta número 10, hizo feliz a un pueblo castigado y necesitado de la felicidad. Y ser feliz, aunque parezca trillado, es lo que queda. Porque el día que se nos apaguen nuestras vidas no nos vamos a llevar dinero, ni casas, ni autos ni nada material. Nos vamos a apagar con el recuerdo de haber vivido y disfrutado momentos, con la certeza de que sonreímos cuando tuvimos ese tiempo que nunca vuelve. 

Messi nos dio a más de la mitad de los argentinos lo que no habíamos podido vivir. Y no sólo alegró a toda esa generación, sino que unió a través de ese mágico, maravilloso (y por momentos ilógico) fútbol a varias generaciones. Porque los hijos que hoy somos padres nos desvivimos por compartir este Mundial con nuestros y nuestras mini-hinchas favoritos/as. Porque los hijos que hoy son padres, al menos los que pudieron, dejaron de imaginar cómo era eso que te contaba tu viejo para vivirlo junto a él, y aquellos que no pudimos le tiramos un beso al cielo y nos abrazamos fuerte imaginando ese abrazo, con lágrimas en los ojos. Y porque seguro hubo hijos que hoy son padres, abrazados con el viejo y con el viejo de tu viejo, conectando esas tres estrellas como sólo este deporte puede hacer. 

¿Querés saber por qué Lionel Messi es el Atleta del Año para The Sporting News? Tenés que saber que todo va mucho más allá de una pelota. Que sirvan las palabras del propio Messi post festejos: "No traten de entenderlo"