El partido entre Argentina y Brasil se vio demorado en su inicio por incidentes que se produjeron en las tribunas del Estadio Maracaná, con cruces entre hinchas que se vieron luego convertidos en ataques directos de la policía brasileña a los aficionados albicelestes.
Muchos hinchas incluso terminaron saltando dentro del campo de juego para evitar ser golpeados por los efectivos de seguridad y los jugadores de ambos equipos, especialmente los de la Selección Argentina, fueron a la zona de los incidentes. Incluso se pudo ver a Dibu Martínez intentando detener a los policías a cualquier costo:
Lionel Messi, al retornar al campo, llamó a sus compañeros y les ordenó retirarse del mismo. De inmediato, la Selección campeona del mundo se fue a los vestidores.
De acuerdo a los periodistas ubicados en el Maracaná, Messi y el resto de la delegación argentina no tomaron hasta el momento una decisión como podría ser no jugar el partido pero sí de, como mínimo, aguardar hasta que se brinden las garantías suficientes como para que se pueda disputar.
A las 21.45, tanto hora local como hora argentina, es decir quince minutos después del horario en que debería haber iniciado el encuentro, directivos de la Confederación Sudamericana (Conmebol) ingresaron al vestuario visitante, donde ya estaba Claudio Tapia, presidente de la AFA, para hablar sobre la continuidad o no del partido. Cinco minutos más tarde se supo que el plantel argentino estaba dispuesto a aguardar para poder seguir en condiciones y a las 21.52 el equipo reingresó al estadio.